Cuento IV

(…)

Ese te he echado de menos sirvió para que el pirata convenciera a .M. de que soltase el baúl, las enaguas y su gorro de pirata y respirara durante un momento. Un momento pero ya no de esos que os hablé antes; sino de un momento que cuando cierras los ojos pasa tu vida por delante con sus momentos rosas y sus momentos negros y tu cabeza hace rápidamente un balance de todo lo que puedes perder por enterrar la cabeza o echar a correr. Y de todo lo que puedes ganar por deshacer las maletas de nuevo.

Ola en el paseo de la Torre de Hércules.
A Coruña

.M. no es tan cobarde como dicen en el pueblo. Ni tan insegura que nunca encontrará su sitio. Porque a .M. aún se le ve por el puerto yendo y viniendo, comprando víveres, ropa de abrigo y unas botas más altas. Sin baúl y sin enaguas a cuestas pero con el gorro de pirata y un pequeño cuchillo dentro de una bota.

Dicen que ahora sonríe (de esas sonrisas que no necesitan motivo ninguno para salir de la boca) y que hasta se le ve la esencia, el espíritu y la rebeldía de pirata saliendo por todos los poros de su piel. Ella sabe que, aunque el pirata no se lo diga, lo que más le gusta de ella es que tiene “barco”. Y ella cree que ese es el motivo de su sonrisa.

En el pueblo también dicen que a .M. se le vio interesada en comprar un nuevo casco para su barco. Un casco poco común, de esos que sirven para romper el hielo de los fríos mares del norte. La verdad es que a .M. se le ve muy interesada en conseguirlo. Nadie sabe por qué y todo el mundo se sorprende, pero al pirata siempre se le vio a su lado.

Muchos de vosotros os preguntaréis cuál es el final. Pues yo os digo que no hay un final. Si habéis leído bien y si conocierais a .M. sabríais que todo esto, es un comienzo.

Y también diréis “es que los cuentos tienen su moraleja”. Y yo, como buena gallega que soy, os responderé con una pregunta:

¿Qué tipo de pirata da las respuestas de un mapa del tesoro?

Mar en calma.
A Coruña.

.M.